CRISIS GENERACIONAL EN EL CINE ESPAÑOL.
A los 30 hemos llegado.
Por A. H.
El cine es ese arte que logra crear imaginarios colectivos e individuales y acierta siempre a jugar con un lenguaje propio con el que experimentar algo diferente a las demás disciplinas artísticas. Con el cine se puede soñar, se puede tener miedo, se pueden olvidar los problemas… y entre todas las cosas que es capaz de hacer el cinematógrafo, puede hacer que nos identifiquemos con las historias que nos cuenta en la gran pantalla. Normalmente lo solemos hacer con el tema universal y tantas veces retratado como el del amor. Pero hay otro que le sigue de cerca y que engloba las situaciones que reflejan las crisis de edad. Quizás la más marcada en el séptimo arte sea la crisis de los 30 porque la pulsión de identificación generacional es la más fuerte; los 30 pueden ser un punto y seguido para seguir construyendo nuestras vidas pero también pueden significar un punto y aparte, ya que se supone que es una edad de cambio, de madurez, de empezar quizás a bailar a otro compás.
El cine español ha sabido marcar el ritmo con algunas películas que han trabajado sobre ese imaginario social, centrado en los jóvenes, en sus oportunidades y en sus deseos de un futuro diferente en cada caso. En Bienvenido a casa (2006), David Trueba muestra una visión paternalista con el primer hijo que está a punto de llegar a las vidas de Eva y Samuel, cuando ninguno de los dos está seguro de la decisión que acaban de tomar de irse a vivir juntos. Ambos todavía están descubriendo cómo es el mundo profesional y en pareja y el futuro se les antoja difícil. Es una crisis familiar, como la que también queda patente en Las ovejas no pierden el tren (Álvaro Fernández Armero, 2015), cuyos protagonistas se han mudado a vivir al campo y, en paralelo, se muestra la crisis de los 45 de otro personaje que sale con una joven de 25 años.
El cine español ha sabido marcar el ritmo con algunas películas que han trabajado sobre ese imaginario social, centrado en los jóvenes, en sus oportunidades y en sus deseos de un futuro diferente en cada caso. En Bienvenido a casa (2006), David Trueba muestra una visión paternalista con el primer hijo que está a punto de llegar a las vidas de Eva y Samuel, cuando ninguno de los dos está seguro de la decisión que acaban de tomar de irse a vivir juntos. Ambos todavía están descubriendo cómo es el mundo profesional y en pareja y el futuro se les antoja difícil. Es una crisis familiar, como la que también queda patente en Las ovejas no pierden el tren (Álvaro Fernández Armero, 2015), cuyos protagonistas se han mudado a vivir al campo y, en paralelo, se muestra la crisis de los 45 de otro personaje que sale con una joven de 25 años.
Un buen recurso para retratar la crisis en los jóvenes es recordar el pasado, como sucede en la película Primos (Daniel Sánchez Arévalo, 2011), en la que el personaje central vuelve al lugar en el que pasó su niñez y juventud. Diego es un hombre familiar, que se siente perdido el día de su boda y su manera de arreglarlo es volver a pisar sus raíces para intentar buscar un futuro con Martina. Su crisis es personal y su meta es tener alguien al lado con quien superarla. Va acompañada además de los problemas de sus otros dos primos; uno que aún no ha encontrado su camino en la vida y deambula sin sentido, y otro cuyo matrimonio se rompe a causa de la opresión que sufre dentro de él y que juega con su salud física y emocional.
El deseo constante de cambio está presente en la década de los 30, mostrado como una reflexión de lo que se ha conseguido y lo que se quiere conseguir. El tema se trata con mucho humor en algunas ocasiones, como en Tres bodas de más (Javier Ruiz Caldera, 2013), en la que Ruth acude a las bodas de sus exnovios sin tener ella uno, sin saber nada acerca de su futuro por lo perdida que se encuentra sentimental y profesionalmente. El humor también está muy presente y actualizado para tratar las relaciones personales en la recién estrenada película Los miércoles no existen (Peris Romano, 2015), en una puzzle de situaciones de personajes interconectados, entre paisajes urbanos, peleas, canciones, divorcios y búsqueda de una media naranja, como bien anunciaba su primera versión, la teatral, como “un retrato generacional” de las vivencias más cercanas con las que identificarse completamente.
El deseo constante de cambio está presente en la década de los 30, mostrado como una reflexión de lo que se ha conseguido y lo que se quiere conseguir. El tema se trata con mucho humor en algunas ocasiones, como en Tres bodas de más (Javier Ruiz Caldera, 2013), en la que Ruth acude a las bodas de sus exnovios sin tener ella uno, sin saber nada acerca de su futuro por lo perdida que se encuentra sentimental y profesionalmente. El humor también está muy presente y actualizado para tratar las relaciones personales en la recién estrenada película Los miércoles no existen (Peris Romano, 2015), en una puzzle de situaciones de personajes interconectados, entre paisajes urbanos, peleas, canciones, divorcios y búsqueda de una media naranja, como bien anunciaba su primera versión, la teatral, como “un retrato generacional” de las vivencias más cercanas con las que identificarse completamente.
El drama es la otra cara para representar el tema tratado. AzulOscuroCasiNegro (2006) fue la ópera prima de Daniel Sánchez Arévalo para hablar de “un estado de ánimo, un futuro incierto”, en la que Jorge ha dibujado un presente con estudios, trabajo y cuidando a su enfermo padre. Cree que su destino está construido por sus esfuerzos pero la incapacidad para conseguir un trabajo mejor o una familia sin tantos problemas se realza con la llegada de Paula, que le encierra metafóricamente en una cárcel de la que le será difícil escapar. Querer algo diferente no siempre es sinónimo de cambio y este protagonista lo aprende a base de responsabilidades que en principio no quería asumir.
Por último, las crisis generacionales tienen que ver inevitablemente con el contexto histórico del que se rodean los personajes y en el que nos toca vivir a los espectadores. Ficción y realidad se mezclan en numerosas ocasiones para hacer partícipe al público de una actualidad dura, que necesita ser superada tanto a nivel personal como social. Una crisis generacional es colectiva en Hermosa juventud (Jaime Rosales, 2014). Tan sólo una pareja puede demostrar las consecuencias de la crisis económica y de todos los problemas que ésta acarrea. Es una película dedicada a los que no pueden más, a los que se rinden y a los que tienen que emigrar y buscar trabajo fuera. Un azote más intenso todavía, vive la pareja de Cinco metros cuadrados (Max Lemcke, 2011); Álex y Virginia se ahogan con una hipoteca que teóricamente les tiene que proporcionar un futuro estable, una familia, una vida que comenzar con la compra de un piso pero que, injustamente, no es sinónimo de nada de eso, sino que se convierte en una pesadilla social que les destruye y aleja de sus aspiraciones.
Por último, las crisis generacionales tienen que ver inevitablemente con el contexto histórico del que se rodean los personajes y en el que nos toca vivir a los espectadores. Ficción y realidad se mezclan en numerosas ocasiones para hacer partícipe al público de una actualidad dura, que necesita ser superada tanto a nivel personal como social. Una crisis generacional es colectiva en Hermosa juventud (Jaime Rosales, 2014). Tan sólo una pareja puede demostrar las consecuencias de la crisis económica y de todos los problemas que ésta acarrea. Es una película dedicada a los que no pueden más, a los que se rinden y a los que tienen que emigrar y buscar trabajo fuera. Un azote más intenso todavía, vive la pareja de Cinco metros cuadrados (Max Lemcke, 2011); Álex y Virginia se ahogan con una hipoteca que teóricamente les tiene que proporcionar un futuro estable, una familia, una vida que comenzar con la compra de un piso pero que, injustamente, no es sinónimo de nada de eso, sino que se convierte en una pesadilla social que les destruye y aleja de sus aspiraciones.
Pero el cine no es el único aporte artístico en el que podemos encontrar señales específicas de crisis generacional, de ese momento en la vida en el que nos toca hacer un parón y unas determinadas preguntas que nos ayuden a valorar lo que tenemos y lo que queremos conseguir. El teatro también se sirve de la búsqueda de las identidades propias y colectivas para afrontar los problemas de una crisis; en Todo irá bien (José Manuel Carrasco), Pilar tiene que superar el día que cumple los 30 años tras un intento de suicidio, en (Des)de los escombros (María Prado), varios jóvenes se intentan imaginar sus vidas dentro de cinco años, tomando el pulso a su cotidianeidad y amistades. Otro ejemplo es Cometiendo aciertos (Aitor Gata), que pone en escena situaciones comprometidas sobre cómo nos relacionamos, de todo lo que intentamos y de todo lo que fracasamos.
Los errores y las decisiones acompañan mucho al tema de la crisis de edad y las situaciones personales son equiparables, en la mayoría de las veces, a las sociales, ya que el contexto, la crisis y las circunstancias los compartimos todos. Aunque los retratos generacionales estén tratados con una presentación de los problemas, su desarrollo suele ir encaminado hacia las soluciones ya que, si pensamos positivamente, las crisis casi siempre significan nuevas oportunidades y hay que saber atraparlas y seguir adelante para estar preparados para la siguiente.
Los errores y las decisiones acompañan mucho al tema de la crisis de edad y las situaciones personales son equiparables, en la mayoría de las veces, a las sociales, ya que el contexto, la crisis y las circunstancias los compartimos todos. Aunque los retratos generacionales estén tratados con una presentación de los problemas, su desarrollo suele ir encaminado hacia las soluciones ya que, si pensamos positivamente, las crisis casi siempre significan nuevas oportunidades y hay que saber atraparlas y seguir adelante para estar preparados para la siguiente.
GALANTEOS EN VENECIA,
la zarzuela reconquista los escenarios
Por Z.S.
El Teatro de la Zarzuela recupera una obra del XIX, de la mano de Paco Mir, un tercio de Tricicle. Y el resultado es de lo más estimulante. Pero vayamos por partes, y empecemos por el principio.
"Galanteos en Venecia", obra del músico Francesco Asenjo Barbieri (1823-1894, conocido por títulos tan relevantes como "El barberillo de Lavapiés"), con libreto de Luis de Olona (1823-1863), se estrenó en Madrid la noche de Nochebuena de 1853. Y hasta ahora. Porque los escenarios no habían vuelto a acoger esta Zarzuela hasta que Paco Mir decidió recuperarla, rodearse de un excelente equipo artístico y técnico, meterla en la coctelera y producir un maravilloso espectáculo que hará que los más jóvenes redescubran este género clásico.
"Galanteos en Venecia", obra del músico Francesco Asenjo Barbieri (1823-1894, conocido por títulos tan relevantes como "El barberillo de Lavapiés"), con libreto de Luis de Olona (1823-1863), se estrenó en Madrid la noche de Nochebuena de 1853. Y hasta ahora. Porque los escenarios no habían vuelto a acoger esta Zarzuela hasta que Paco Mir decidió recuperarla, rodearse de un excelente equipo artístico y técnico, meterla en la coctelera y producir un maravilloso espectáculo que hará que los más jóvenes redescubran este género clásico.
Como buena zarzuela, "Galanteos en Venecia" mezcla la risa con la lágrima, los compases vivaces y rápidos con las notas profundas y sostenidas, las palabras con la expresión de sentimientos arraigados en el corazón humano. Amor, confusión. secretos y celos son la base de esta tragicomedia clásica de enredos, en la que reconocemos ciertas sombras de "teléfono escacharrado" y de "hotel de los líos", con puertas que continuamente se abren y cierran, en un laberinto literal y figurado. Todo ello empapado de un humor fresco y elegante, plagado de equívocos y situaciones diversas que hacen reír por su naturalidad y transparencia.
Uno de los grandes aciertos es, sin duda, la escenografía. Resulta verdaderamente impresionante, por su sencillo y a la vez cuidado diseño, y por un dinamismo que no se puede describir sin desvelar uno de los placeres de asistir como público. Si uno ha estado en Venecia, reconocerá en el atrezzo no sólo los edificios, los canales y las góndolas, sino la luz, el color, el carácter y la vivacidad de esta ciudad que no se olvida nunca.
Uno de los grandes aciertos es, sin duda, la escenografía. Resulta verdaderamente impresionante, por su sencillo y a la vez cuidado diseño, y por un dinamismo que no se puede describir sin desvelar uno de los placeres de asistir como público. Si uno ha estado en Venecia, reconocerá en el atrezzo no sólo los edificios, los canales y las góndolas, sino la luz, el color, el carácter y la vivacidad de esta ciudad que no se olvida nunca.
Sin embargo, lo mejor de lo mejor en esta zarzuela de Paco Mir es su inteligentísimo guión, que aúna a la perfección el siglo XVI en el que transcurre la trama, el siglo XIX en el que fue concebida, y el XXI en el que vive el espectador. Estar sentado en la butaca significa ser transportado de la ficción a la realidad, de la risa al suspiro, en un viaje en el tiempo en el que se nos muestran (literalmente) los entresijos del teatro y de la producción cinematográfica.
"Galanteos en Venecia", Zarzuela en tres actos, nueva producción del Teatro de la Zarzuela.
"Galanteos en Venecia", Zarzuela en tres actos, nueva producción del Teatro de la Zarzuela.
AHORA O NUNCA
por A.H.
Ahora o nunca es la nueva película de
María Ripoll. La directora de Tu vida en
65” y de la reciente Rastros de
sándalo, entre otras, ha vuelto a las pantallas de los cines con una tierna
comedia protagonizada por el actor de moda Dani Rovira y la también actriz de
moda, fuera de España, María Valverde.
Los espectadores que vayan a ver Ahora o nunca tendrán que ir prevenidos de que no es la secuela de Ocho apellidos vascos pues es muy fácil la relación cinematográfica con el tráiler que se está publicitando y la fama del protagonista. Los personajes típicos están servidos y como guinda del pastel, unos planos que pueden recordar a una estética de comedia romántica americana que llama la atención por la sugerente luz y el perfecto cuidado visual del que puede enorgullecerse esta película.
Una boda que celebrarse y unos novios en la distancia, son la base y el conflicto que hace arrancar este largometraje. Personajes opuestos y muy bien presentados; una alocada y divertida Eva y un planificador y tímido Álex, un ahora y un nunca que se encuentran en esta historia de amor en la que todo parecen ser problemas.
Dani Rovira vuelve a brillar interpretando a un hombre bueno, gracioso y atrevido por amor. Si este es el trabajo por el que va a tener cada año un premio Goya, le pueden ir dando ya el de honor para reconocer una trayectoria épica en cuanto a comedia. Y si estuviera predestinado para hacer otros papeles diferentes es urgente que le den la oportunidad pronto porque sino el público le va a desgastar.
Por otro lado, María Valverde, una típica novia encantadora, sonriente, atrayente y sobre todo delgada. Porque para que una comedia cinematográfica triunfe, la protagonista es siempre ideal y para contrarrestarla aparece rodeada de unas mejores amigas reconocibles porque una de ellas es algo más ancha y con algunos kilos más que las demás y además suele haber otra que triunfa hasta la saciedad con el sexo masculino. De este grupo, sólo se salva la hermana y amiga interpretada por Alicia Rubio, que siempre sabe destacar por su trabajo tan impecable. Una familia alocada, llena de contratiempos, presidida por Melody y destacada por Yolanda Ramos (en un personaje que podía haber dado muchísimo más juego aún) abraza y rellena los huecos vacíos de esta comedia a veces sin sentido.
Los espectadores que vayan a ver Ahora o nunca tendrán que ir prevenidos de que no es la secuela de Ocho apellidos vascos pues es muy fácil la relación cinematográfica con el tráiler que se está publicitando y la fama del protagonista. Los personajes típicos están servidos y como guinda del pastel, unos planos que pueden recordar a una estética de comedia romántica americana que llama la atención por la sugerente luz y el perfecto cuidado visual del que puede enorgullecerse esta película.
Una boda que celebrarse y unos novios en la distancia, son la base y el conflicto que hace arrancar este largometraje. Personajes opuestos y muy bien presentados; una alocada y divertida Eva y un planificador y tímido Álex, un ahora y un nunca que se encuentran en esta historia de amor en la que todo parecen ser problemas.
Dani Rovira vuelve a brillar interpretando a un hombre bueno, gracioso y atrevido por amor. Si este es el trabajo por el que va a tener cada año un premio Goya, le pueden ir dando ya el de honor para reconocer una trayectoria épica en cuanto a comedia. Y si estuviera predestinado para hacer otros papeles diferentes es urgente que le den la oportunidad pronto porque sino el público le va a desgastar.
Por otro lado, María Valverde, una típica novia encantadora, sonriente, atrayente y sobre todo delgada. Porque para que una comedia cinematográfica triunfe, la protagonista es siempre ideal y para contrarrestarla aparece rodeada de unas mejores amigas reconocibles porque una de ellas es algo más ancha y con algunos kilos más que las demás y además suele haber otra que triunfa hasta la saciedad con el sexo masculino. De este grupo, sólo se salva la hermana y amiga interpretada por Alicia Rubio, que siempre sabe destacar por su trabajo tan impecable. Una familia alocada, llena de contratiempos, presidida por Melody y destacada por Yolanda Ramos (en un personaje que podía haber dado muchísimo más juego aún) abraza y rellena los huecos vacíos de esta comedia a veces sin sentido.
Tampoco
faltan las situaciones representativas; despedida de soltera loca, novia que se
acuesta con un desconocido pero luego no ha pasado nada (todos lo sabíamos
menos ella), suegra insoportable y cancelaciones de aviones (en las películas
americanas siempre es por culpa de la nieve pero en España somos más pasionales
y se hace posible con una huelga de controladores aéreos). Y no podían faltar
dos escenas más que todos reconoceremos haber visto hasta la saciedad; ese final
extra feliz con una declaración de amor a lo grande (por si no nos había
quedado claro en los 80 minutos anteriores de lo que se quiere esta suave
pareja) y una carrera por parte del enamorado para llegar a la enamorada y
cerrar así una historia de amor que no se aleja mucho de los estereotipos de
chico conoce a chica y se acaban casando.
Aparte de todo lo dicho, la película se deja ver. Es acogedora, es sensible y nos hace pensar que hay una posibilidad para todos y que a veces hay que esforzarse el doble para llegar al destino que queremos.
Aparte de todo lo dicho, la película se deja ver. Es acogedora, es sensible y nos hace pensar que hay una posibilidad para todos y que a veces hay que esforzarse el doble para llegar al destino que queremos.
"Ahora o nunca", (2015), María Ripoll.
http://www.filmaffinity.com/es/film968971.html
http://www.filmaffinity.com/es/film968971.html
BOYHOOD, el juego del tiempo.
por A. H.
Caminante no hay camino
se hace camino al andar.
Antonio Machado.
se hace camino al andar.
Antonio Machado.
La
última película del director Richard Linklater es una obra que habla de tres
temas tremendamente reconocidos por todos, como son el tiempo, la vida y la
familia. Esta trilogía la intenta manejar y anexionar en un rodaje que se
expandió durante doce años, en los que se utilizaba una única semana al año,
desde el año 2001 al 2013, para llevar a cabo el trabajo. A pesar de la dificultad de este proceso, puede decirse que ha merecido
la pena extrapolando el resultado obtenido, ya que la realidad a la que nos
transporta hace que Boyhood sea una
película de referencia dado el atrevimiento y la seguridad demostrada por su
director
Esta
primera particularidad hace que Boyhood
ya parezca extraordinaria porque no sólo sus horas de duración han jugado con
el tiempo sino que el director ha sido consciente de la complejidad de este
proceso entrelazándolo con los personajes, haciendo que ellos mismos fuesen
construyendo el relato a partir del cual poder exhibir estos pequeños y grandes
momentos de una vida. No es que todo se dejara al azar, a la búsqueda de
momentos inconfundibles, sino que la base de la historia no ha sido otra que el
transcurrir de unas vidas que nos son presentadas en un espacio y tiempo
concretos pero que sabemos hubo algo antes y habrá algo después, pues ni
siquiera una película con las magnánimas intenciones de Boyhood ha podido mostrar la grandeza de sus temas, sino que ha
utilizada leves pinceladas sobre las que ir componiendo un lienzo sin
“pentimentos” y que no tiene fin; es un devenir constante de lo vivido y de lo
que (nos) queda por vivir.
Como
ya hiciera en la trilogía denominada “Before” (Antes del amanecer, Antes
del atardecer y Antes del anochecer),
elabora una aventura silenciosa sobre la que reflexionar junto a los personajes
de los que parece enseñarnos sus momentos claves, sintomáticos, pero que en
realidad son escenas cotidianas que reconstruyen el paso del tiempo y que hasta
pueden llegar a ser reconocibles en muchos casos. Si con esa curiosa pareja que
se encuentra en un tren se centra y reflexiona sobre el amor, en cuanto a
relaciones personales de pareja, en Boyhood
nos lleva al replanteamiento de la relación con el mundo que nos rodea, con el
exterior, desde un personaje al que vemos crecer, física e intelectualmente,
delante de la pantalla.
Boyhood gira
en torno a la vida de Mason, un niño al que conocemos a través de un retrato
generacional, ya que la película nos muestra pequeños detalles con los que
asociar el paso de los años, como una consola de videojuegos que el público
puede ubicar en otra década diferente a la actual. Pero a la vez, resulta ser
un retrato único de ese niño ya que asistimos a su crecimiento real; el
espectador es testigo de un cambio que se ha producido en la realidad del actor
y que se proyecta en la visión de su adolescencia y hasta su primera juventud
al llegar a la universidad.
A pesar de esta centralidad en Mason, desde la que dibujar todo lo demás, él no aparece representado como héroe; no hay una causa y una consecuencia a partir de las que encuadrar o responder a su presencia.
A pesar de esta centralidad en Mason, desde la que dibujar todo lo demás, él no aparece representado como héroe; no hay una causa y una consecuencia a partir de las que encuadrar o responder a su presencia.
Simplemente
es un personaje que está ahí, es nuestra constante en el tiempo fijado y
mostrado, para que quizás el espectador pueda identificarse a veces con él, catalogando
sus propios momentos con los de Mason, en una experiencia de reconocimiento
personal. Cualquier espectador puede hacer un pequeño esfuerzo y verse
reflejado, recordar su niñez, su adolescencia y su entera juventud si quisiera
dado el juego de espejos que refleja Linklater.
Desde luego el tema del tiempo no es gratuito. Está presente de una manera muy consciente en la narración y aunque parezca que siempre es lo mismo y nunca pasa nada, al ser Mason un personaje plano, nos puede indicar su equiparación con la realidad del espectador, hasta qué punto nos podemos preguntar si estamos cambiando o no. Sólo nos damos cuenta de lo que cambia a nuestro alrededor cuando nos preguntamos sobre ello, igual que empieza a hacer Mason en la última escena de Boyhood, ante el abismo de la nueva etapa en su vida a la que tiene que enfrentarse.
La familia también es algo constante. El mismo director tiene una relación personal con la película, ya que es su propia hija la que interpreta a la hermana de Mason. Boyhood parece presentarnos una familia tradicional; padre, madre y dos hijos (niño y niña) pero la sintonía del cuarteto queda rota cuando sabemos que el padre no está en casa, que resulta ser una figura ausente y disponible sólo en determinados momentos en la vida de sus hijos.
Desde luego el tema del tiempo no es gratuito. Está presente de una manera muy consciente en la narración y aunque parezca que siempre es lo mismo y nunca pasa nada, al ser Mason un personaje plano, nos puede indicar su equiparación con la realidad del espectador, hasta qué punto nos podemos preguntar si estamos cambiando o no. Sólo nos damos cuenta de lo que cambia a nuestro alrededor cuando nos preguntamos sobre ello, igual que empieza a hacer Mason en la última escena de Boyhood, ante el abismo de la nueva etapa en su vida a la que tiene que enfrentarse.
La familia también es algo constante. El mismo director tiene una relación personal con la película, ya que es su propia hija la que interpreta a la hermana de Mason. Boyhood parece presentarnos una familia tradicional; padre, madre y dos hijos (niño y niña) pero la sintonía del cuarteto queda rota cuando sabemos que el padre no está en casa, que resulta ser una figura ausente y disponible sólo en determinados momentos en la vida de sus hijos.
Ofrece
un comportamiento alejado, desconsiderado, descuidado a veces, que será el
punto de partida para que la madre de los niños siga buscando una figura de
autoridad y que varias veces cree haber encontrado pero finalmente no resulta
como ella espera y como cree que sus hijos se merecen. Encerrada en su papel de
madre y padre a la vez, vive en una constante búsqueda de la seguridad para sus
hijos pero a la vez de una calmada y aparente estabilidad que desea conseguir y
esto se ve en sus esfuerzos constantes, como ir a la universidad para estudiar
una carrera y conseguir un mejor trabajo (y dar ejemplo a sus hijos, ¿por qué
no?).
Ver la vida pasar puede ser una opción interesante en la que tomar partido pero Boyhood intenta ir más allá con una segunda lectura, que acompaña con el cambio obtenido en el personaje de Mason, en su capacidad de razonamiento y responsabilidad y sobre todo, en el tipo de relaciones, familia, amigos y chicas, que mantiene en la película. A sabiendas de que no es un personaje complejo, de que no tiene una personalidad impactante o una faceta más remarcable que otra, le hace tener un valor en sí mismo más que destacado para aprender de él.
Mason puede ser un chico normal en lugares comunes, puede ser un fotógrafo extraordinario, un universitario de sobresalientes o un hermano perfecto pero sobre todo es una figura perdida en una colectividad contemporánea que nos hace replantearnos de nuevo preguntas clásicas como de dónde venimos y a dónde vamos y sobre todo, cuál es el sentido de nuestras vidas si pareciera que nada nunca pasa.
Ver la vida pasar puede ser una opción interesante en la que tomar partido pero Boyhood intenta ir más allá con una segunda lectura, que acompaña con el cambio obtenido en el personaje de Mason, en su capacidad de razonamiento y responsabilidad y sobre todo, en el tipo de relaciones, familia, amigos y chicas, que mantiene en la película. A sabiendas de que no es un personaje complejo, de que no tiene una personalidad impactante o una faceta más remarcable que otra, le hace tener un valor en sí mismo más que destacado para aprender de él.
Mason puede ser un chico normal en lugares comunes, puede ser un fotógrafo extraordinario, un universitario de sobresalientes o un hermano perfecto pero sobre todo es una figura perdida en una colectividad contemporánea que nos hace replantearnos de nuevo preguntas clásicas como de dónde venimos y a dónde vamos y sobre todo, cuál es el sentido de nuestras vidas si pareciera que nada nunca pasa.
"Boyhood. (Momentos de una vida)", (2014), Richard Linklater.
http://www.filmaffinity.com/es/film175667.html
http://www.filmaffinity.com/es/film175667.html
EL DISCO DE CRISTAL
Por A.H.
El cielo de Madrid
es muy bonito
porque se come el brillo de la gente
que viene con sus sueños.
Cuando el Teatro Lara acoge a Secun de la Rosa en cualquiera de sus escenarios significa que va a ser una temporada especial. Con Guillermito y los niños ¡a comer! demostró que sabe dominar el escenario él solo y llenar de aplausos y emociones la sala principal. Y ahora, en la segunda temporada de El disco de cristal, hace un trío espectacular con Xavi Melero y Ana Hurtado, en la Sala Off, un espacio reciente que sabe aportar a este teatro una alternativa más en la que disfrutar de los actores a pocos metros de distancia.
Radio Rara Teatro se encarga de la producción y el propio Secun de la Rosa de la dirección, interpretando a Tomy Tomás, un artista que triunfó años atrás, hace mucho tiempo, un tiempo que no quiere olvidar. Este artista se aferra a sus sueños de seguir triunfando sobre los escenarios, esta vez acompañado de sus hijos, Goyita Pícola y Pere Josep. Ana Hurtado y Xavi Melero son dos jóvenes actores que demuestran su talento con unas voces increíbles y que se adaptan en solitario al espacio que les rodea pero a la vez saben compenetrarse entre sí.
porque se come el brillo de la gente
que viene con sus sueños.
Cuando el Teatro Lara acoge a Secun de la Rosa en cualquiera de sus escenarios significa que va a ser una temporada especial. Con Guillermito y los niños ¡a comer! demostró que sabe dominar el escenario él solo y llenar de aplausos y emociones la sala principal. Y ahora, en la segunda temporada de El disco de cristal, hace un trío espectacular con Xavi Melero y Ana Hurtado, en la Sala Off, un espacio reciente que sabe aportar a este teatro una alternativa más en la que disfrutar de los actores a pocos metros de distancia.
Radio Rara Teatro se encarga de la producción y el propio Secun de la Rosa de la dirección, interpretando a Tomy Tomás, un artista que triunfó años atrás, hace mucho tiempo, un tiempo que no quiere olvidar. Este artista se aferra a sus sueños de seguir triunfando sobre los escenarios, esta vez acompañado de sus hijos, Goyita Pícola y Pere Josep. Ana Hurtado y Xavi Melero son dos jóvenes actores que demuestran su talento con unas voces increíbles y que se adaptan en solitario al espacio que les rodea pero a la vez saben compenetrarse entre sí.
Con guitarra española en directo, de la mano de Pablo Mendez, los tres cuerpos y sus voces hacen que El disco de cristal sea un verdadero show que nos muestra la cotidianeidad de una casa, con sus tristezas y alegrías interiores, pero a la vez, los espectáculos de canciones melódicas, italianas y con más éxito de la historia de la música, revelando así la necesidad que tiene cada uno de cantar, por distintas razones; Tomy para recordar, Goyita para olvidar y Pere para escapar.
Los aplausos son necesarios para todos ellos. ¡Cómo no vamos a aplaudir cuando terminan una escena entre hermanos de lo más conmovedora o cuando se nos ha movido el cuerpo acompañando su versión de Mamma Mia! Todo gira alrededor de la música; El disco de cristal es una de esas obras de teatro que no sabe respirar sin las canciones, que no puede disfrutarse igual sin la voz a medio temple llorando un Ayúdame y te habré ayudado. La historia de este Tomy Tomás, que sólo resulta ser la excusa para contarnos otras, es la historia de tres vidas musicales encerradas en unas estrechas paredes que les aprisionan tanto como sus propios miedos.
Una puesta en escena que se desdobla; sabe ser suelo de hogar y suelo de cada uno de los espectáculos que esta familia andaluza y catalana ofrece a un público que asiste de manera pasiva como simple observador al interior de salón, al juego de los discos de Goyita, a las discusiones entre padre e hijo, y que también se convierte en un público que asiste a sus bolos, a su pánico sobre el escenario, a sus triunfos y a sus fracasos.
Con sólo una hora de duración, la Sala Off invita con esta historia a disfrutar de un lugar con un ambiente mágico, donde las estrellas del cielo de Madrid no pueden vislumbrarse pero que son adivinadas en los ojos del personaje de Pere cada vez que sale a fumar a ese balcón, donde cada uno puede permitirse el lujo de soñar… y quizás escapar.
Cartelera del Teatro Lara:
http://www.teatrolara.com/project/el-disco-de-cristal/
LOS ARTISTAS EN PANTALLA GRANDE.
Por A.H.
En el año 2003, Scarlett Johansson y Colin Firth nos
ayudaron a conocer un poco más a La joven de la perla, cuadro archifamoso del artista Vermeer del siglo
XVII. Genio y musa se unieron en un momento y en un espacio determinados como
protagonistas que todos conocemos actualmente.
Pero no es el único caso en el que el cine y la pintura se han dado la mano para recrear escenas y vidas enteras de artistas que a veces cuentan con más imaginación del guionista que aporta datos que quizás al mismo autor le hubiera gustado vivir. Es la magia del cine, que puede hacerlo y deshacerlo todo, convirtiendo los mejores momentos de una vida en verdaderas y sublimes escenas que captura el objetivo de la cámara y nos intenta acercarnos el pasado de la historia del arte.
Pero no es el único caso en el que el cine y la pintura se han dado la mano para recrear escenas y vidas enteras de artistas que a veces cuentan con más imaginación del guionista que aporta datos que quizás al mismo autor le hubiera gustado vivir. Es la magia del cine, que puede hacerlo y deshacerlo todo, convirtiendo los mejores momentos de una vida en verdaderas y sublimes escenas que captura el objetivo de la cámara y nos intenta acercarnos el pasado de la historia del arte.
Desde Caravaggio, que cuenta con tres películas ya,
hasta el más reciente Turner representado en el cine (Mr Turner, Mike Leigh, 2014) , todo
son intentos por tratar de imaginar cómo eran las vidas de estos autores y
sobre todo, cómo hicieron su legado artístico. Pero, ¿cuánto hay de cierto y de
invención en esta clase de películas? ¿Hasta dónde puede un hombre del siglo
XXI acercarse y comprender a un genio de varios siglos anteriores y saber
mostrarnos sus dones? Es difícil contestar a esta pregunta como espectadores y
como profesionales audiovisuales así que lo mejor es creerse la historia que
nos cuenta el cine aceptando que tiene truco. Yo no lo veo un mal trato.
Precisamente, una de las películas que más me gustó y que creo que supo retratar la experiencia humana y artística de un genio fue Renoir, dirigida por Gilles Bourdos, en el año 2012. Padre e hijo Renoir se miden las fuerzas en un escenario que representa una naturaleza espléndida, acompañados por una musa pelirroja en común que se mueve entre dos mundos, el de la pintura y el del futuro cine que han dejado marca hasta la mismísima actualidad.
Precisamente, una de las películas que más me gustó y que creo que supo retratar la experiencia humana y artística de un genio fue Renoir, dirigida por Gilles Bourdos, en el año 2012. Padre e hijo Renoir se miden las fuerzas en un escenario que representa una naturaleza espléndida, acompañados por una musa pelirroja en común que se mueve entre dos mundos, el de la pintura y el del futuro cine que han dejado marca hasta la mismísima actualidad.
Si nos centramos en el caso español, el cine ha destacado en varias ocasiones la vida de nuestro poeta García Lorca y quizás la más conocida sea Buñuel y la mesa del rey Salomón (Carlos Saura, 2001), interpretado por Adrià Collado, quien está acompañado por un Dalí interpretado a la peculiar manera de Ernesto Alterio.
Picasso, nuestro malagueño favorito de la historia del arte, ha sido presentado en La banda Picasso, con la dirección de Fernando Colomo en 2012 y rodeado de los más disparatados amigos que le hacen correr varias aventuras, unas verídicas y otras fílmicas. Y quizás tengamos la oportunidad de volverle a ver en el cine gracias a Antonio Banderas, que comparte lugar de nacimiento con el artista y que junto con Gwyneth Paltrow, Elías Querejeta, Carlos Saura y Louis-Charles Sirjacq está metido en el proyecto Guernica, 33 días, que puede salir a la luz el próximo año.
Y, ¿qué pasa con las artistas? ¿Han llegado al cine? Sí, lo han hecho también y la primera que nos puede venir a la cabeza es la figura de Frida Kahlo, exactamente la Frida que Julie Taymor representó en 2002, encarnada por Salma Hayek, con un parecido más que conseguido y razonable.
Otro ejemplos es Artemisia (Agnes Merlet, 1997) dedicada a un jovencísima artista que trasgredió las reglas no escritas sobre arte en el siglo XVII, cuando las mujeres no podían alzar la voz ni entrar a estudiar en la Academia por no ser hombre (ni artista).
MAGICAL GIRL
Por A.H.
Desde hace varios meses no
paramos de oír cuatro palabras juntas que hacen palpitar la taquilla del cine
de forma especial; Magical Girl y
Carlos Vermut. ¿Qué tiene este director que tanto bien está haciendo al cine
español y ha conseguido que esta chica mágica gane las dos conchas más
importantes del Festival de Cine de San Sebastián, la Concha de Oro a la Mejor
Película y la Concha de Plata al Mejor Director?
Estrenada con sólo 37 copias en
el mes de octubre y eliminada ferozmente de la mayoría de las carteleras en muy
poco tiempo, Magical Girl ha sabido resurgir de sus cenizas, gracias a
sus 7 nominaciones a los Premios Goya y a las 8 a los Premios Feroz, en
el mes de enero tras su reestreno en salas.
Su director, Carlos Vermut, quien estudió Ilustración en la Escuela de Arte de Madrid, ha conseguido escribir y dirigir una película con tres historias que conjuga y une de manera original a través de unos personajes que saben adaptarse a cualquier parte de la narración presentada. Dos protagonistas femeninas (interpretadas por Lucía Pollán y Bárbara Lennie), enfermas y observadas, y dos masculinos (José Sacristán y Luis Bermejo), que muestran una firmeza asustadiza en todo lo que hacen, se dan la mano en un complejo rompecabezas que tenemos que ir uniendo para entender el desenlace.
Jugando con el tiempo y en el espacio de cada historia, los personajes creados por Vermut son heroicos en sus entornos pero verdaderos antihéroes cuando se conocen entre sí. Resultan ser personajes muy complicados en escenarios muy sencillos pero con un juego interior que da mucho que pensar cuando el espectador abandona el cine, las calles y lugares cotidianos presentados en Magical Girl.
Su director, Carlos Vermut, quien estudió Ilustración en la Escuela de Arte de Madrid, ha conseguido escribir y dirigir una película con tres historias que conjuga y une de manera original a través de unos personajes que saben adaptarse a cualquier parte de la narración presentada. Dos protagonistas femeninas (interpretadas por Lucía Pollán y Bárbara Lennie), enfermas y observadas, y dos masculinos (José Sacristán y Luis Bermejo), que muestran una firmeza asustadiza en todo lo que hacen, se dan la mano en un complejo rompecabezas que tenemos que ir uniendo para entender el desenlace.
Jugando con el tiempo y en el espacio de cada historia, los personajes creados por Vermut son heroicos en sus entornos pero verdaderos antihéroes cuando se conocen entre sí. Resultan ser personajes muy complicados en escenarios muy sencillos pero con un juego interior que da mucho que pensar cuando el espectador abandona el cine, las calles y lugares cotidianos presentados en Magical Girl.
La trama es el hilo conductor al que los personajes y los espectadores se tienen que enfrentar. Las decisiones van a decidir por todos y nos conducen a un callejón sin salida muchas veces. Chantajes, desnudos, recuerdos dolorosos, enfermedades y dudas se mezclan en una cadena de favores que protegen la causalidad de la historia mostrada en la mayoría de las secuencias como si fueran viñetas de un cómic sobre las que pasamos la vista de izquierda a derecha.
Con un lenguaje visual que roza la perfección, una historia con mundo, demonio y carne, o lo que es lo mismo, presentación, nudo y desenlace fronterizos entre sí y perfectamente identificados por el espectador, Carlos Vermut ha creado Magical Girl para hacernos disfrutar de una técnica cinematográfica destacable y unas actuaciones que bien se merecen hacer historia este año en el cine español.
Con un lenguaje visual que roza la perfección, una historia con mundo, demonio y carne, o lo que es lo mismo, presentación, nudo y desenlace fronterizos entre sí y perfectamente identificados por el espectador, Carlos Vermut ha creado Magical Girl para hacernos disfrutar de una técnica cinematográfica destacable y unas actuaciones que bien se merecen hacer historia este año en el cine español.
"Magical Girl" (2014), Carlos Vermut.
http://magicalgirlfilm.com/
Pero nos seguimos queriendo, ¿no?
Por A. H.
Mommy es la sexta película del director
Xavier Dolan. No nos extrañaría nada que fuera un hombre adulto con una trayectoria
cinematográfica reconocida por numerosos premios pero hay una cosa que no es
del todo cierta. Dolan se ha criado delante de las cámaras y actualmente tiene
dulces 25 años. Bien es cierto que no deberíamos asustarnos por este hecho pero
no podíamos dejar de aportar este dato que hace resaltar su juventud y su
personalidad en las obras que realiza.
Cuando nos sentamos en la butaca a ver Mommy nos empieza a sorprender desde el primer segundo. Presentada en formato vertical, lo que resulta una composición impactante sino se ha tenido el cuidado de haber leído sobre ella antes, nos hace entrar, queramos o no, en el ficticio futuro visto a través de los ojos de un hijo y una madre. Steve y Diane Després nos cuentan su conflicto personal entre ellos pero también consigo mismos; Steve es un chico de 15 años que no sabe manejar sus emociones y Diane es una madre en constante conflicto interior por intentar conocer lo que es mejor para su hijo.
Cuando nos sentamos en la butaca a ver Mommy nos empieza a sorprender desde el primer segundo. Presentada en formato vertical, lo que resulta una composición impactante sino se ha tenido el cuidado de haber leído sobre ella antes, nos hace entrar, queramos o no, en el ficticio futuro visto a través de los ojos de un hijo y una madre. Steve y Diane Després nos cuentan su conflicto personal entre ellos pero también consigo mismos; Steve es un chico de 15 años que no sabe manejar sus emociones y Diane es una madre en constante conflicto interior por intentar conocer lo que es mejor para su hijo.
Madre
e hijo se tienen que enfrentar a una nueva situación en sus vidas; convivir
bajo el mismo techo después de que Steve salga de una especie de reformatorio.
Pero Diane juega con una ventaja; en este futuro inventado existe una ley que
permite a los padres abandonar a sus hijos si presentan algún problema. A lo
largo de la película veremos cómo incluso al espectador se le plantea el
difícil conflicto de preguntarse qué haría él en esa situación.
El déficit de atención y la hiperactividad son excusas que actualmente están muy de moda en los niños y que se utilizan como recurso para elucubrar sobre futuros indefensos infantiles y juveniles. Dolan sabe aportar el grado extremo a partir de estos datos; ha sido capaz de que veamos la pelea más tremenda entre una madre y su hijo como si fueran dos desconocidos y a la vez nos ha sabido enseñar la parte más soñadora de Steve con unos planos tan emocionantes que la pantalla vibra con ellos, cuando ésta se transforma en una de las escenas que más se puede disfrutar en un cine.
El déficit de atención y la hiperactividad son excusas que actualmente están muy de moda en los niños y que se utilizan como recurso para elucubrar sobre futuros indefensos infantiles y juveniles. Dolan sabe aportar el grado extremo a partir de estos datos; ha sido capaz de que veamos la pelea más tremenda entre una madre y su hijo como si fueran dos desconocidos y a la vez nos ha sabido enseñar la parte más soñadora de Steve con unos planos tan emocionantes que la pantalla vibra con ellos, cuando ésta se transforma en una de las escenas que más se puede disfrutar en un cine.
Aunque
esta película nos encierre constantemente en los gritos y las peleas, en los
insultos y las cotidianas acciones, a veces nos deja respirar gracias a la
vitalidad de Steve por seguir adelante sin remordimientos y por supuesto
gracias a la banda sonora compuesta en su mayoría por canciones de las que
todos nos sabemos unas cuantas líneas y nos sorprendemos moviendo los labios
con cierto sabor de comodidad; Dido, Céline Dion, Oasis, Lana del Rey o One
Republic son algunos de los elegidos para enmarcar esta frágil historia.
No
hay emociones contenidas en esta película. Todo sale a la luz ayudado de un
contexto maternal que se ve interrumpido por la vecina que tienen al lado y que,
quizás entendemos, les salva de su autonegación para conseguir lo que cada uno
desea. Las dudas son parte de Diane y las ganas de vivir son las de Steve que,
ayudados de la tartamudez de Kayla, han sabido unirse para crear algo bueno, aunque
en el momento más trágico de la película se produzca un momento álgido con sólo
dos frases:
- Pero nos seguimos queriendo, ¿no?
- Eso es en lo que somos buenos, cariño.
- Pero nos seguimos queriendo, ¿no?
- Eso es en lo que somos buenos, cariño.
"Mommy", (2014), Xavier Dolan.
http://www.filmaffinity.com/es/film656945.html
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